LA NEUROSIS DE LA NORMALIDAD
(texto del 2008)
“No eres el efecto del mundo;
tu mundo es el efecto de lo que tu eres.”
El mundo no dicta lo que somos o en lo que nos convertimos. Lo determinamos nosotros usando, o no, el potencial que tenemos.
Con el paso del tiempo vamos adoptando, perfeccionando, refinando y adaptando formas de expresión que construyen nuestra personalidad. Se convierte en un juego de imágenes superpuestas que tomamos muy en serio. Cristalizamos esas impresiones y nos definimos acorde a ellas, en perjuicio del sentimiento íntimo que insinúa algo que no acabamos de entender. Si por el contrario vamos contra la corriente, y en vez de responder a las exigencias externas escuchamos nuestra voz más íntima, salimos de las normas. Lo importante es que no se trata de ajustarse a las normas de la sociedad o manifestarse fuera de ellas. Se trata de algo mucho más básico: nos consagramos a la ilusión absurda de la normalidad. A lo mediocre.
¿Existe la “normalidad”? Sólo podemos definirla por lo que no es. Nunca llega a “lo” que es porque es lo que todos creen que quieren. Se considera normal a lo que es fácil y conveniente, lo que no corre riesgos y especialmente no incomoda a nadie. En contraste, la vida es una aventura permanente que nos lleva siempre a lo desconocido, hacia lo incierto. Es espontaneidad, movimiento perpetuo. Con la expectativa de intentar ser normales creamos una tensión fenomenal, angustia, falsedad y desconocimiento cada vez mayores.
Fuera de anestesiarnos, las prescripciones médicas no funcionan a nivel más profundo. No acallan aquellos sentimientos íntimos. Tampoco las terapias alternativas que nos abren a emociones y sensaciones incontrolables y a una receptividad y fragilidad devastadoras. ¿Y qué hace la gente después de que, según la ideología de la Nueva Era, han abierto su corazón? Para el psicólogo, su preocupación es la reinserción o continuación en la sociedad. Estabilidad.
Tanto en la psicología como en el pensamiento de la Nueva Era, la corriente más destacada es la de no interferir. Se “respeta” el ritmo individual de una personalidad ya cristalizada y a menudo entumecida. En lugar de crear un sistema de re-educación masivo que conduzca a modalidades más sanas e inspire plenitud interior y exterior, se pretende ajustar la persona a la normalidad, o sea a las normas dictadas por los intereses dominantes de la sociedad. A esta entidad comercial multidisciplinaria no le conviene el estado consciente y despierto que incentiva a pensar y a sentir, a discernir, evaluar y proponer cambios, a tomarse tiempo, a cultivar cualidad en vez de cantidad. El propósito no es despertar la persona, algo que sería sumamente inconveniente y requeriría la presencia y el trato compasivo de un hermano o hermana, sino esperar que las propuestas broten por si solas en un terreno ya predeterminado. Se piensa que es peligroso agitar las emociones antes de que la persona sepa desempeñarse eficientemente en la sociedad, y en lugar de acompañar al individuo a entender y manejar esas energías productivamente, se las evita. Así se fortalece el estatus quo y se estrangula el impulso creativo de la verdadera autenticidad.
La normalidad disfraza una fijación sobre el status quo que muy claramente rechaza la auto disciplina real que requiere flexibilidad y presencia. Como la mula que continúa su jornada habitual sin esfuerzo alguno de su amo, la personalidad que creamos sigue su rumbo automáticamente mientras tomamos una siesta que dura hasta la muerte.
Dormimos profundamente o soñamos que estamos despiertos. La desconexión es tal, que construimos un imperio en nuestra imaginación convenciéndonos que somos de tal y tal forma y que el mundo es tal y tal. Afirmamos muchas cosas, sabemos muchas cosas y hasta creemos muchas cosas que simplemente no vivimos. Por pereza. Por eso muchos de los métodos o técnicas que se nos ofrecen del repertorio de enseñanza milenaria no pueden funcionar. Preferimos continuar luchando y sufriendo a hacer un esfuerzo por cambiar radicalmente el modo en como usamos nuestra mente y nuestras energías. Nos importa más aparentar que incorporar.
Esfuerzo, dificultad, sufrimiento son malas palabras. Pasamos meses reventando nuestros cuerpos en un gimnasio, en una dieta, “jogging”, levantando pesas, o corriendo como un loco en la bicicleta, pero cuando se trata de observar la respiración, el pensamiento, las acciones y (¡ni pensar!) las emociones… fuera de lamentarnos por lo difícil que es la vida, hacemos poco. Es más fácil sentirse atacado o traicionado, o rendirse ante un desafío que reconocer cómo atraemos esas situaciones. Estamos lejos de ver cómo estos desafíos son regalos del cielo para mostrarnos el poder y las facultades que se esconden en los espacios muertos que llevamos dentro. Con tanto despilfarro energético, es obvio que no podemos comprender, tolerar o perdonar. Atacamos los obstáculos refunfuñando, en vez de con entusiasmo y buena voluntad. Y seguimos dejando pasar las oportunidades con las que podríamos aprender dominio y maestría.
Parejas viciadas en el sexo quieren probar técnicas meditativas de tantra como manera de prolongar el placer sensorial, pero claro, sin el ritmo, la abstinencia, y la concienciación necesaria para evocar un estado de Conciencia elevado. Muchos quieren sacar provecho del silencio de la meditación como forma de seguir durmiendo. Las psicoterapias que abordan el comportamiento usualmente tratan problemas de relación: “el otro” nunca es como queremos que sea. Y se toma siempre el camino más fácil: sustitución. En vez de comer carne, utilizamos substitutos que saben como y parecen carne. En vez de dialogar con la pareja, nos divorciamos y hablamos pestes de ella con otros. En vez de crear nuevas opciones y reformular propuestas, escogemos cambiar de trabajo y continuar quejándonos. Alimentamos la inercia y la complacencia. No queremos que nos digan lo que tenemos que hacer pero somos autoritarios en nuestro entorno y con nuestras parejas.
Pregonamos la paz y fomentamos la contienda, la competencia malsana y el orgullo que separa. Hablamos de salto diferencial y nos inmovilizamos ante el ordenador. Mejor lamerse las heridas en este mundo supuestamente grosero y violento. Mejor añorar ser amado que examinar la lista de condiciones que ponemos para amar a alguien. Sin acceso a los sentidos sutiles, no tenemos cómo saber que el aislamiento que sufrimos es ilusorio y que existe otra Realidad subyacente.
Hacemos campaña a favor de la ecología y los niños en lo abstracto – compartiéndolo en FB y haciendo donaciones a distancia – sin hacer nada con el minuto-a-minuto de nuestras vidas. Queremos cambiar el mundo, si, pero no a nosotros mismos. Decimos: no tenemos tiempo. Estamos cansados. No tenemos dinero. La política es un asco. La economía es un juego de ricos. Las terapias y meditaciones son para mujeres (quienes necesitan controlar sus “emociones”) o para los que tienen problemas “reales’”.
Como dijo un buen amigo recientemente, es mucho más fácil el no-pensar que emitir un pensamiento positivo para reconstruir nuestro mundo. Porque para que un pensamiento positivo afecte la realidad material se necesita esfuerzo, disciplina y observación. Porque para que algo cambie hay que optar por la inteligencia sobre la sensación. Lejos de ser auto-indulgente, la pasión se extiende más allá de lo personal, y el deleite del otro vale tanto o más que el nuestro, si valoramos lo que tiene real valor.
La alternativa sana es optar por la vida. Los obstáculos, la dificultad, el esfuerzo y la atención sustentada nos obligan a ejercer los músculos del discernimiento y desarrollar la fuerza y la resistencia necesarias para la manifestación permanente de una realidad mejor. No hay atajo al dolor humano que expande el corazón.
En vez de contribuir al garabato de una sociedad que se llama conservadora pero que lo que conserva es la comodidad, podríamos atrevernos a implementar el nuevo orden que empieza por uno mismo y termina con un mundo más humano que acomoda diferencias reales, no reactivas. En vez de ajustarnos al mundo, construyamos un mundo que se ajuste a lo que nosotros realmente somos.
Llegó el momento de vivir lo que sabemos ser: la fuerza y la Conciencia. Y esa fuerza tiene poder ilimitado. Nos dijeron que “el mundo ES así o asá”, pero el mundo es la suma de tú y yo. El mundo lo vamos creando concienzuda y conscientemente. Procuremos que nos revele como sabemos Ser.
Trabajemos juntos, mirándonos a los ojos y que nos importe lo que percibimos y lo que sentimos. No es tan difícil como alimentar la neurosis de la normalidad.
(Ocho años más tarde, el mensaje continua siendo el mismo)
LA UNICA ELECCIÓN
Una persona joven y saludable vive los encantos y la excitación del cuerpo-personalidad de forma natural. Mientras haya una promesa de placer y satisfacción, no hay necesidad de buscar en otra parte. La expectativa y el desafío de temas más complejos, más campo a conquistar, y la posibilidad de una gran variedad de sensaciones emocionales y físicas es suficiente. Pero cuando la persona es mayor, ya no es tan “natural”. Es más bien triste. La vida espiritual despierta en aquellos que han vivido, no necesariamente en años sino en profundidad.
La idea de traspasar el paraíso sensorial no se hace sentir en la ausencia del placer sino que en su trascendencia. La elección de amplitud, profundidad y contacto con estados desconocidos del ser no se hace en conjunción con la vida física, sino cuando hemos ejercido dominio sobre ella y hemos alcanzado una capacidad energética más honda y refinada. En otras palabras, la espiritualidad no es una adenda ni un accidente. Es una extensión y amplificación de la vida tal cual la conocemos. Más que una brecha espontánea, la experiencia espiritual ocurre cuando penetramos los velos de la percepción habitual de la personalidad. En vez de ser un acto del azar, requiere deliberación. La vida espiritual es una elección consciente tomada en madurez e inteligencia que implica el haber abrazado la vida física.
Decir la verdad hoy en día no está de moda. Se nos vende la espiritualidad como si fuera un agregado material, o como un escape. Se nos promete la torta y también el placer de consumirla, y a menudo se nos seduce con el pensamiento que tan siquiera necesitamos comernos la torta para saborearla.
No se nos informa que el cuerpo y el espíritu son dos dimensiones del ser totalmente distintas aunque interconectadas.
El cuerpo y la mente lineal tienen un límite de frecuencias que pueden sustentar. Mientras sigamos interesados y orientados hacia el mundo material, limitaremos proporcionalmente la cualidad de las energías que somos capaces de vivir. Hay un techo al tipo de sensación holística que tenemos mediante las alturas y profundidades de la vida física. De igual modo, nos limitamos en el tipo de experiencia espiritual que podemos alcanzar si evitamos la vida física. Física, emocional y mentalmente, nuestros sentidos no alcanzan la gama más fina de percepción que compone la realidad espiritual sin que la capacidad propia cambie radicalmente. Alternadamente, la sensibilidad espiritual está desprovista de profundidad si nos hemos salteado las alegrías y aventuras de una vida común.
La entrega orgásmica requiere total abandono: la percepción espiritual envuelve discriminación. Cada una refleja una postura diferente. El primer tipo “ocurre” orgánicamente, mientras que el segundo requiere concienciación, disciplina e intención. La segunda es una extensión de la primera; perdemos control aún manteniendo estabilidad y manejo de intensidades sutiles, algo que no se forja en la vida física normal. Transcendemos las fronteras usuales de la experiencia.
La percepción más profunda es indirectamente provocada por el deseo del alma y la preparación física y mental.
Usualmente, una persona que ha hecho la transición se pregunta, “¿Es ésta la vida que quiero vivir?” Es un preludio a la elección. Se revelan diferentes mundos y las energías y fuerzas que componen cada uno. El entendimiento surge en nosotros: es imposible cambiar solo un aspecto sin girar todo el equilibrio y propósito de una vida. Maduramos.
La espiritualidad es muchas cosas pero la vida espiritual es una elección deliberada. Podemos vivirla por sumo deleite en cualquier momento, o podemos revelar y catalizar un modo de ser enteramente diferente. En este caso se convierte en terreno para una especie de actividad y búsqueda. Cuando tal decisión que cambia tus circunstancias de vida ha sido tomada, el mundo del alquimista y del ocultista se revela. Naces nuevamente.
LA MUJER Y EL PODER
Las personas no son racionales aunque puedas ser razonables. Corrientes subterráneas de emoción y realidad sutil nublan la percepción. Es así para ambos géneros, pero mucho más para la mujer. A la mujer le cuesta integrar todo lo que percibe. Por eso le cuesta no solo comunicar lo que siente sino ser ella misma.
¿Porque la mujer no es ella misma? ¿Porque el espíritu femenino ha sido reprimido, aunque sea parcialmente, y con ello el fundamento de lo sagrado? Miedo. Miedo a lo que no tiene forma.
No es suficiente decir que el hombre teme la fuerza irracional representada por la mujer; la mujer misma le teme. En la mayor parte de las veces las mujeres se ven obligadas a colocar de lado todos las señales que recibe subliminalmente para concentrarse en la superficie y en lo lineal. Lo que significa un gran esfuerzo. En este respecto, dos características importantes relacionadas con su constitución entran en juego. Ambas tienen que ver con su naturaleza emotiva y sus respuestas espontáneas a la vida.
Primero. La mujer está sujeta a impresiones sutilísimas del ambiente, lo que quiere decir el mundo emocional de los otros. Estas impresiones se convierten en una experiencia sensorial que permea todo, llegando a ser casi una obsesión. Es tan intensa que muchas veces es difícil sostenerla y buscamos alivio. Los hombres, aun los más sensitivos, no pueden comprenderlo.
Segundo. La naturaleza de la mujer es devocional y de sacrificio, particularmente por su llamado a la maternidad. Esto funciona así aunque ella no de a luz físicamente, ya que se refiere a su capacidad de gestar y contener (abrazar) física y psíquicamente. La mujer se sacrifica por otro, yendo a extremos para adaptarse y doblegarse, si significa preservar la vida. Lo hace espontáneamente en relaciones, usualmente para conseguir lo que quiere, pero más comúnmente para mantener la paz. En términos generales, el hombre se sacrificará por un ideal, un concepto noble de la humanidad que no involucra las profundidades de la dinámica emocional de envolvimiento emocional con los otros.
Esto quiere decir que la mujer se encuentra en dificultades para mantener la impermeabilidad necesaria para comunicarse linealmente de manera clara y precisa, un contexto racional. Su complejidad la hace aparecer a menudo ilógica y poco clara.
Es por esto que no es fácil para la mujer ser ella misma en el mundo. No es una cuestión de porque. Sencillamente es así. El racionalismo diluye su inmersión con y percepción plena de las corrientes subterráneas que engendran la realidad.
El éxito para una mujer está marcado por la capacidad de sostener el nexo emocional que se imprime sobre el mundo con su marca registrada de sabiduría sensible. Por esto, la integridad del mundo interior tiene que ser tan importante como la del mundo exterior. De hecho, el mundo externo depende de ello.
EL HOMBRE INTERIOR
(publicada originalmente como «El Hombre del futuro», revista Uno Mismo nº383, pag. 32-36)
En épocas pasadas la necesidad espiritual y evolutiva era una de individualización. El desarrollo de la humanidad ahora pide servicio y refinamiento colectivo. El camino para el despertar ya no es uno de simple trascendencia humana sino también de transmutación global en muchos niveles. Nos impulsa a una concienciación grupal que valora múltiples individuaciones simultáneas. Hasta el momento presente, el desarrollo de la Conciencia espiritual y la evolución de la materia seguían rutas paralelas. Ahora la realización del individuo ocurre en dos planos: responde igualmente a las imperativas de la Conciencia y a la evolución. El individuo ha de ser único y diferenciado, y al mismo tiempo incorporar el espíritu colectivo de igualdad y fraternidad.
El género define mucho más que inclinación o función sexual. Determina un camino interior que poco tiene que ver con preferencia, comportamiento o apariencia. La esencia del ser humano no tiene género, es única y a veces muy diferente de la personalidad y su apariencia. Los que han conseguido alcanzar la plenitud espiritual, la concienciación de la personalidad, y como resultado la integración del espíritu con la forma, emanan una cualidad que trasciende género aún expresando las cualidades más excelsas del mismo.
Al encarnar en la materia, la esencia o espíritu se conforma al modelo de su género. Ofrece una ventana de percepción que nos lleva en un determinado camino de realización que se ajusta a la cultura, la época, la genealogía y la conciencia individual, repitiendo patrones e innovando formas que responden a la necesidad evolutiva.
La humanidad actual habrá de incorporar lo mejor de sí como Conciencia dentro de lo mejor de sí como modelo humano. Esto quiere decir que cada individuo se realizará dentro del patrón de hombre o mujer “Interior”.
Características generales del género masculino
El cuerpo masculino emite fuerzas direccionales no solo estructuralmente, si no mentalmente. Ama y conoce las formas de la materia y las modela; otorga forma y medida. Esto lo lleva a moverse de manera decidida, a menudo competitivo, y fuerte física y mentalmente. En el mejor de los casos, no solo acumula sino protege territorio y es un campeón físico de causas nobles. Es constructor y hacedor. En los ejemplos más refinados, no tiene que levantar un dedo para ejercer su autoridad sobre el mundo físico. Para el hombre la fuerza yin se expresa de manera calmada y comedida, por medio de su capacidad para sostener el poder, aunque a veces parezca pasivo. En este sentido es paciente. La gama natural de expresiones físicas del hombre se manifiesta entre extremos de tiranía y debilidad, adquiriendo el equilibrio apropiado en el “hombre interior”.
Emocionalmente y de manera velada, el hombre es vulnerable, amable y soñador. La naturaleza internalizada de sus emociones le hace evasivo. Puede ser expresivo e impulsivo, pero su pasión se expresa por lo físico. Su fuerza a este nivel está en el deseo que emite y plasma en la materia. Más vale para él el contacto físico y las cosas materiales que expresen su ternura, que la insinuación emocional.
La mente lineal tiende a ser la parte más fuerte del hombre, conjuntamente con el manejo de leyes físicas. Su palabra es un mandato; conoce y ordena. Como dador de forma en nuestro mundo, es lógico e utilitario, gestiona y dirige hacia propósitos claros. Su parte yin es abstracta y desapegada, inventiva, analítica y diplomática. A este nivel la expresión masculina emocional en el hombre común vacila entre las posibilidades de ensimismamiento y fanatismo.
Espiritualmente y hasta el momento de la integración con su alma, el género masculino tiende a favorecer la humildad y el silencio. Es un buscador de la verdad cuyo sentido de honor e idealismo conforman una ética viviente. También se expresa como hermandad y generosidad, más afín con el tenor intelectual de su lógica que con la sensibilidad emotiva que caracteriza la mujer. Muy evidente en nuestra época, en donde la modalidad yin tiende a definir la expresión espiritual, los hombres manifiestan diferentes actitudes desde una extrema rigidez de pensamiento hasta esa flexibilidad excesiva que lo tilda de buenazo, blandito, y hasta un tipo-felpudo sin voluntad propia.
¿Qué es el hombre “interior”?
El “interior” al que me refiero refleja los dictados de la Conciencia y de la materia. La Conciencia cuenta con la estructura física para expresarse y para canalizar su inteligencia y su emanación. Inevitablemente el filtro perceptual de género determinará las formas.
Vivimos un momento crítico. Los género están redefiniéndose. Reflejan a una creciente incomodidad, ansia de libertad y autenticidad que se revela impaciente, intensa y vulnerable al mismo tiempo. Nada nos satisface. El cambio que añoramos es incomprensible, invisible, y cualitativo. Se inicia con un deseo de recreación propia.
El planeta responde a la manifestación cada vez más intensa del Principio Femenino. Influye principalmente sobre el género femenino, pero también significativamente sobre el masculino. En éste articulo nos enfocamos en el nacimiento del hombre del futuro, el Hombre Interior.
Típica y tradicionalmente, el género masculino transmite una forma de fuerza bruta, pensamiento lineal y autoridad, poder absoluto, sistema y orden global. En la transición que vivimos actualmente, aunque sus impulsos y tareas sean las mismas, la influencia de la Conciencia hace que más y más hombres desarrollen su lado yin, rompiendo expectativas, sus propias fronteras, y traspasando barreras de todo tipo.
Según nuestra definición de la interioridad de género, debemos empezar por definir el género masculino por sus inclinaciones o manera de percibir, desmantelar y recrear, comprender, realizar y proyectar, más que por sus intereses, su fuerza, apariencia física o trato social. La cualidad sutil de su afecto adquiere más importancia que las formas en como lo expresa. El hombre interior se distingue prioritariamente más por el proceso de construir realidades que por las creaciones, por los medios más que por el fin.
El hombre interior, su búsqueda y su realización
El género masculino se perfecciona siguiendo metas y pasos que son definidos mental y físicamente. Sea poeta, filósofo, científico, músico o artesano, su camino es sistemático, construyendo por medio de sensibilidades físicas y mentales. Cuando alcanza a las frecuencias evolutivas del corazón, deja de ser un hombre convencional. Su anhelo inexplicable le lleva a cruzar un abismo existencial, parecido a la mítica e ilógica búsqueda del santo grial. Nada le será suficiente y lo que acarrea consigo le es inadecuado y frustrante. Entra dentro de un mundo totalmente desconocido con un idealismo y sentido de honor infatigable. Es hasta la muerte y él sabe que nunca volverá a ser el mismo.
Grandes filósofos han descrito la jornada de la psiquis masculina. Como una sombra constante, en su interior se repite la máxima Socrática, “¡Solo se que no se nada!”. Las terribles angustias que siguen lo van madurando y tonificando para las etapas posteriores. Más y más profundamente se adentra en la cueva de Platón para perderse en su interior. De repente se enciende la luz del conocimiento, haciendo eco del planteamiento Cartesiano “cogito ergo sum”: “pienso, por lo tanto existo.” En ese instante, lo que ha sido el racionalismo masculino típico se transforma en algo mayor que se extiende hacía el limite de la intuición para convertirse en piedra angular que le permitirá establecer nuevas certezas, conexiones e insights.
El desarrollo de su sensibilidad mental gradualmente lo convierte en sabio que transmite enseñanzas por medio de palabras, símbolos, colores, texturas y tonalidades, conectando y relacionando las partes tangibles sobre el telón de fondo de lo indefinible. Mientras tanto se irgue en el amplio silencio de la No-Mente y, como lo hizo Pascal valerosamente en su tiempo, reconoce que “el corazón tiene razones que la razón no entiende.” En ese momento se transforma en “hombre interior”. Sabe porque siente por medio de la facultad refinada y aguzada de la Mente.
La razón masculina afinada e impecable confirmará una y otra vez, casi matemáticamente, lo que el alma intuye. La duda es su camino. La búsqueda de claridad, la curiosidad y la necesidad del hombre por explorar y descubrir es incansable. No para hasta que lo intangible se vuelve tangible, y entonces la llamada al servicio de la humanidad le otorga el título de maestro. Gracias a él la ciencia moderna se acerca cada vez más a la metafísica antigua y entendemos más y más lo que es la experiencia de la Verdad.
El hombre interior sabe discriminar y en su campo es osado y recto. Sabe concentrarse en sus ideales y también colaborar con otros, innovando y conservando en igual medida formal. Emana autoridad y respeto, confianza y seguridad porque respeta y confía en si mismo; ejerce liderato sin competencia, no por mérito especial sino porque le importa la humanidad más que sí mismo.
Contraste entre los géneros
Las cualidades de genero comparten el mismo propósito evolutivo y espiritual pero se expresan sutilmente de maneras muy diferentes.
Ambos géneros pueden desarrollar fuerza física, pero la calidad psicológica del impulso en el hombre se proyecta de manera concreta como apropiación y necesidad de superarse físicamente para sentirse seguro y poderoso. El mismo impulso en la mujer apenas se define de manera concreta y en su lugar se manifiesta psicológica y espiritualmente de forma inversa. Ella atrae en vez de proyectar para sentirse llena.
Emocionalmente la expresión masculina es interna, vulnerable y frágil, tierna y absorbente. Siente miedo del compromiso emocional, aunque a nivel mental muestre confianza y orgullo en su dominio de detalles, orden y sistema, en su argumentación, estrategia y lógica. Demuestra habilidades extraordinarias para categorizar, definir y medir. Es el rey de la razón, lo que en principio confunde la mujer que suele ser desconfiada. Ella es intuitiva y su lógica a él le parece “irracional”.
Espiritualmente, el hombre conoce la fe y el desapego, la confianza y la entrega con generosidad y ecuanimidad, aunque inestable. Su fuerza se apoya en la Ley y la palabra, las fórmulas y los significados que revelan la arquitectura del universo, en abstracciones volcadas a la evolución y la formulación de teorías. Su apertura espiritual le lleva a aislarse del mundo para luego expresar y proyectar la iluminación y su inigualable sentido de unidad e integración. Por otro lado, la mujer es la guía visionaria cuyo liderato permea las energías de forma a gestar y expandir la creación condicionando el terreno dentro del cual el hombre opera.
La manifestación del hombre interior, así como de la mujer interior, es infinitamente variable. Cada uno es una expresión diferenciada del prototipo original en un desdoblamiento de creatividad sublime.
Potencial real (véase Cuadros II y III)
Nos creemos independientes y únicos y sin embargo respondemos ciegamente a modelos, programas y creencias anacrónicas. No reconocemos que las características que incorporamos sin conciencia son oportunidades y orientaciones que nos ayudan en el proceso de auto realización y contribuyen a la elevación de la humanidad. El hombre y la mujer interior manifiestan un sinnúmero de características que podrán aparecer estereotipadas. Sin embargo las encarnan con tremendo impacto, con estilo y conciencia únicas.
Al recorrer la lista de los Cuadros II y III vemos que las cualidades responden a un estado de ser y no a una expresión específica, lo que nos deja mucho campo para la autenticidad y la diferencia, una vez logrado el manejo de las aptitudes de género, la coherencia con la personalidad, y el contacto afinado con la Conciencia.
Ningún hombre tiene su parte femenina, esta equivale a su “yin”. Ninguna mujer tiene su parte masculina, esta equivale a su “yang”. El hombre no puede hacer como lo hace una mujer, y vice-versa. Las facultades, poderes y virtudes de género se desarrollan independientemente. El desarrollo de uno influye sobre el otro, pero no puede haber progreso mientras uno se crea dependiente del otro. Los apegos y pseudo-necesidades fomentadas socialmente durante milenios como una forma de esclavitud legal son contraproducentes a la aspiración y al potencial de cada individuo dentro del prototipo universal. Tampoco es cuestión de competencia o dominación, ni física y mental al estilo más grosero masculino, ni emocional y espiritual a la forma manipuladora femenina.
La tónica ahora es autosuficiencia y confianza en el Espíritu y fuerzas interiores. Se busca una convivencia saludable de diferencias y expresiones, y un desafío inspirador estimulante. El hombre y la mujer interior son entes libres de las neurosis heredadas. Él ha llegado al mismo lugar que “la mujer interior”, solo que por diferente camino y emanando un aroma cualitativamente diferente. Allí donde ella emana la Plenitud del infinito, él emana el Silencio de lo insondable.
Nos queda un inmenso trabajo por hacer des-identificándonos de antiguos vicios y programaciones para que puedan translucir los verdaderos talentos de cada género. Los auténticos hombres y mujeres del futuro actúan en sintonía fina con la naturaleza y los astros, pero muy especialmente por medio de la voz de la Conciencia y la grandeza del Espíritu que yace dentro de cada uno.
º Variabilidad yin y yang en los géneros: CUADRO I
º Habilidades: CUADRO II
º Características: CUADRO III
EL AMOR Y EL ENAMORAMIENTO
(dedicado a una estudiante especial)
El Amor es la fuerza cohesiva en la Creación. Se expresa en muchas maneras diferentes. El abandonarse como vivimos la atracción y el apego humano es también amor y cohesión. Sin embargo, no todo amor y cohesión es espiritual. Aunque lo busquemos, no vamos hacia el amor; el amor siempre llega a nosotros. Depende de la disponibilidad del individuo. La entrega siempre abre paso a la experiencia grandiosa del abismo y a la participación en algo mucho más que tú mismo. Tanto la ofrenda voluntaria de sí, como el efecto de saturación de la sensación en varios niveles, son elementos comunes al proceso de enamoramiento, pero ahí se acaban los parecidos.
Para ambos géneros el enamorarse entra por nuestro punto flaco: en el hombre el cuerpo y en la mujer las emociones. En la intensidad se convierte en gozo, plenitud, expansión de los sentidos, vinculando a las personas en una corriente creciente. Para muchos eso ya es suficiente. La vida no parece tener objetivo más importante que el placer del contacto con el amado donde el tiempo no existe y todo es posible. La maravilla del amor así refleja la inseguridad y la seguidilla de altos y bajos. Cupido adquiere el semblante de ángeles de Luz. A través de la quiebra de tensiones habituales aparecen profundidades y sacudidas repentinas que prometen inmortalidad, tocando el privilegio de los dioses.
Enamorarse cambia el semblante y propósito de la vida. De repente los sentidos explotan en matices brillantes y profundidades asombrosas y absorbentes, mientras que el bullicio habitual de nuestras vidas se acalla milagrosamente. Aparece como regalo divino aguzando la capacidad de percepción física y emocional. Todo lo que no sea eso se vuelve opaco e insignificante.
Infelizmente, vemos la fuente del deleite siempre como algo fuera de nosotros. Y del mismo modo como el hombre primitivo se inclinó ante el fenómeno del sol o del fuego, veneramos lo que parece haberlo causado, y buscamos trucos para repetirlo y prolongarlo. El estímulo del peligro se convierte en algo delicioso por ser incontrolable. Crea necesidades inéditas e indescriptibles.
Cuando ocurre, la primera impresión toca una tecla mágica; a partir de ahí el mero recuerdo activa circuitos de sensibilidad que se derraman dentro nuestro ya sea como una caricia profunda o un volcán turbulento. A veces el vínculo produce una fusión y una de las partes desaparece en la otra, como una mariposilla en las llamas. Desde la simbiosis más enfermiza hasta la iluminación más excelsa, adquiere muchas formas. Raras veces conduce a la experiencia espiritual en dónde la correspondencia se convierte en autentico auto-reconocimiento, porque significaría también abrazar la soledad humana. Entonces descubriríamos que la fuente que nos llena y conmueve está en nuestro interior, y poco tiene que ver con la naturaleza del otro.
Esa plenitud incondicional no ocurre en las relaciones normales. En el mejor de los casos, el significado y el poder continúan proyectados, o se dividen junto con las tareas acordadas y los propósitos conjurados por los dos. Culminando así en una especie de colaboración, que no deja de ser dependiente.
Al principio de una relación, las sensaciones primarias nos relajan de la tiranía habitual de nuestra mente y el alivio que nos produce se siente como una bendición. A pesar de la incertidumbre y el hecho de que no podemos pensar en otra cosa, nos divierte la “aventura” y como un niño en la montaña rusa, nos deleitamos con la pérdida de control y el maremoto interior. La pasión es la mayor de las tensiones, pero en ese momento no nos interesa saberlo. Por algo en inglés se describe como “falling in love” (“’caer’ en amor”).
Enamorarse es muy diferente en cualidad, alcance, e implicación a la experiencia espiritual. Las sensaciones vividas adquieren significados personales. La química del cuerpo y las emociones espejan la actividad de la ley natural: dualidad, fricción, y desgaste. Se crea vicio. La conciencia humana limitada a la función material refleja el miedo básico de la separación: toda substancia se acaba, se gasta, se agota, y depende de la polaridad de la tensión para existir. El miedo a quedarse solo es una sombra constante. El desmoronamiento emocional y la impotencia que se vive cuando el centro de fascinación cambia o se ausenta, conlleva a una desesperación que es todo menos que agradable.
Algunos caminos espirituales evocan el estado de enamoramiento, dirigiéndolo a la devoción y al Ideal divino. Individuos tenaces consiguen transferir valor espiritual a lo material, transportados por el placer y la satisfacción personal. Confinan la experiencia trascendente a una compañía o a una técnica sensorial que se acomoda a los apetitos y a la rutina diaria. Como suele ocurrir en el acto sexual, se permite solo la cantidad de paz o intensidad que mejor encaja en o realza nuestro mundo.
El problema del temor o limitación que acompaña veladamente al amor humano y los procesos de abrirse, acomodarse, abandonarse o entregarse, tiene que ver con el foco de atención del individuo. O limitamos nuestro significado a lo amado, excluyendo todo el resto, o nos permitimos reconocer el amor en todo sin reducirlo a lo personal. El mundo físico comprende metas, apropiación, separación, y cantidades; así mismo el amor entre cuerpos. Únicamente el alma sabe incluir y percibirse uno con el Infinito.
Cuando buscamos significado fuera y todo gira alrededor de otra persona, creamos apego. Esto fomenta hambre e inseguridad que conducen a la impotencia y a la dependencia aunque se vea como algo transitorio e inevitable. Lo vemos con los sentidos y nos parece bello y útil. No se puede hablar del Orden Divino sino de “leyes del caos”. Por el contrario, cuando nos fundimos en la naturaleza mayor o nos dejamos transportar por una música conmovedora, no hay foco, distinción, o división. La flauta y el tambor componen una única melodía. Todo adquiere igual importancia y reina la armonía.
La mayor diferencia en los tipos de amor es la cualidad del deseo que surge y el nivel de sustentación individual. En la relación, el yo personal se dirige hacia la posesión del otro. En la experiencia espiritual no hay centro ni dirección; el deseo en sí se convierte en propósito y significado. En estado de contemplación o meditación se abre un espacio interior desde el cual se abraza todo. El Ideal y el Yo se funden.
El contacto espiritual no puede ocurrir cuando domina el miedo o rige la ley de opuestos. Surge de la sintonía y afinidad con un centro infinitamente profundo en nuestro interior. Se trata de la Unidad y del vínculo directo y vivencial con ella, dentro de uno mismo. El tiempo también parece detenerse y cada momento se hace irrepetible. Reina la cohesión. Como mucho, la incomodidad surge por contraste con la tensión, las sensaciones toscas, el sinsentido y la exigencia de la vida cotidiana. La verdadera espiritualidad no se adapta a la vida; la vida se adapta a ella abrazando, suavizando, y enalteciendo todo, inclusive la materia y las relaciones humanas.
El amor es siempre delicioso. El encuentro con otra persona es algo precioso, pero el camino de amor que se abrirá a partir de ahí depende de nosotros, nuestras carencias y miedos, o nuestra fortaleza e integridad interior. ¿Cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar? El amor que nos rodea es consecuencia de una decisión apenas consciente en nosotros, y deberíamos preguntarnos cómo queremos vivir y a qué le damos mayor valor, ¿a la seguridad o la libertad? ¿A ser cuidados, protegidos y aprobados, o ser auténticos y auto-suficientes? ¿Nos mueve la satisfacción personal, o una calidad de vida interior? El tipo de relación, las situaciones y condiciones que creamos en nuestra vida son el reflejo de nuestra respuesta.
El problema, como el gozo, nunca está en el otro o en la relación. Está en cada uno de nosotros, así como la solución.
VIVIR EL IDEAL
Este artículo son fragmentos de respuestas a las preguntas recientes de mis estudiantes. Concierne la naturaleza de un grupo y la función de la personalidad y las emociones en el camino espiritual. Espero que inspire a otros hacia un mundo mejor, mas consciente y natural, aunque también sea desafiante, a veces doloroso, pero siempre gratificante.
El impacto significativo de la espiritualidad en la temática común hoy en día responde a la composición y constitución de muchos grupos espirituales que demuestran un salto cualitativo en las prioridades, yendo de lo personal a lo colectivo. La unidad del grupo nos puede sonar familiar, pero la resonancia particular de esta dinámica actual es enteramente nueva. Surgen agrupaciones sin líder basadas en una unión de múltiples sensibilidades. Nada tiene que ver con movimientos hippie o asuntos de yoga, intereses políticos, sociales, o de género. Se trata de vivir el Ideal tangiblemente, abrazando la individualidad y las sensibilidades internas.
Una resonancia intangible nos atrae hacia el interior, elevándonos, y dirigiéndonos hacia expresiones personales y sociales más expansivas. El Ideal en mi escuela de Alquimia Interior no se basa en propuestas personales o utilitarias. Aquí, el desarrollo individual consiste en aprender nuevas formas de percepción y respuesta que sean acordes a la sensibilidad y a la inteligencia, fusionando la aspiración del alma con la singularidad de una expresión personal. Resultado: un orden emergente del mundo. No es que cada persona sea parte del grupo; cada uno ES el grupo. En lugar de ejercer control sobre fuerzas externas, descubrimos el poder interior y lo que es el impacto de la conciencia unificada como una influencia determinante.
El trabajo
Entre el egoísmo de la personalidad y la verdad espiritual, existen abismos múltiples de auto-engaño, fantasía y selectividad. Previo a y en el grupo, el trabajo verdadero enciende la personalidad desde adentro, manejando el yo y el envolvimiento con los otros. La transformación depende enteramente del reconocimiento individual de necesidad de cambio. En este aspecto, el mayor obstáculo siempre gira alrededor de nuestro filtro interpretativo, conjuntamente con los intentos persistentes del ego-yo por alcanzar la cumbre. Aunque el propósito sea loable, tal como liberar la autenticidad y la individualidad, no hay una manera “bonita” de tratar con el egoísmo. La propia ansia de refinar y de adentrarse en una realidad más suave conlleva un deseo de retirarse de la sociedad. Esto se convierte, a final de cuentas, en la base del currículo espiritual. Lidiar con la vida se vuelve una obligación. La diferencia, ahora, es que el impulso surge de otro lugar, una inteligencia sensible que inspira el manejo de energías personales adecuadamente.
Equilibrio y serenidad son el resultado de una “entrega” constante, y fe en Sí mismo. A menudo y muy literalmente, la sensibilidad aguzada incomoda al ego. El acento se coloca en contener, sustentar y transformar energías del interior, y también en el manejo del poder bruto. El estudiante aprende a acceder a, usar y lo más importante, a compartirlo. Con este fin, necesita descubrir su propia fuente y cualidad de poder y SER poderoso, al mismo tiempo que honrar y administrar fuentes simultáneas del poder de los otros. Aprendemos que abrazar esta tremenda fuerza, solo es posible si la motivación origina de la Conciencia del Corazón. Y, este tipo único de Poder implica Principios eternos, universales, que se yerguen más alto que cualquier otra cosa: la Ética. ESTA es la diferencia con todo lo que ha precedido esta época. Incorpora el significado del Ideal.
La Inteligencia del Corazón no permite conflictos emocionales; no hay lugar para la “desconfianza”. La sensibilidad del corazón reina sobre las emociones o el derecho penal. La experiencia (Alineamiento Alquímico) es una de plenitud y fuerza al mismo tiempo. Llegamos a aprender que nuestras sensibilidades propias y las de los otros requieren una respuesta apropiada y deliberada.
Los lazos del grupo espiritual se forjan por una conexión a nivel del alma, inteligencia dimensional, y una armonía que trasciende conflictos o asuntos relativos a la personalidad, jerarquías de mando, o categorías astutas. Una personalidad flexible y consciente puede distinguir la expresión del alma de los intereses personales por medio de la mismas facultades imbuidas en su personalidad consciente. La sublimación implica destreza en el manejo de sí mismo con humor, identificando talentos y también limitaciones apropiadamente, conduciendo a una recanalización de las mismas frecuencias que habíamos querido controlar o reprimir. En vez de adaptarse al estatus quo, el grupo espiritual apunta a la disolución de rigideces, para que todo lo que es bueno y bello en cada uno pueda translucir. Esto requiere auto-responsabilidad tanto como humildad, percepción constante, y una dedicación sincera a la humanidad. Vivimos en el conocimiento de que “el alma colectiva” es cada uno de nosotros.
El estudiante debe mantener dos perspectivas en todo momento: (1) el mundo como percibido a través de la personalidad, y (2) la percepción multi-dimensional, cuidadosamente descodificada por medio de los filtros de la misma. ESTO es el Alineamiento Alquímico, una postura multi-dimensional simultánea que funciona a través de la mente, las emociones y el cuerpo físico aquí-ahora, espontáneamente (no controlados). La Alquimia ocurre por contacto con el poder interior del Yo.
Liderato
El liderato requiere que nos sintonicemos con las personas, una tarea imposible para quien evita sus propias sombras. Para conectar con las personas con el fin de elevar o inspirarlas, tenemos que medir la temperatura energética (emocional) a través de nosotros mismos. Las instrucciones dadas a nivel teórico son enteramente inadecuadas. La resonancia energética es contagiosa y conlleva a un discernimiento espontáneo. Cada momento vivido conscientemente se convierte en un Guía. En la Alquimia Interior accedemos a ello directamente por medio del Alineamiento Alquímico y la espiritualidad es el resultado obvio de una personalidad consciente flexible en el mundo.
La Alquimia Interior que ocurre por medio de la Mujer Interior y el Hombre Interior requiere afinarse con ambos, el corazón y las emociones humanas. En vez de manipular la percepción y las facultades para acceder a un plano superior, una perspectiva mayor se revela por medio de la sensibilidad sustentada y consciente. En vez de prepararse para todas las eventualidades, como se nos enseña en las escuelas, por medio de la espontaneidad natural alcanzamos mayor fuerza e “insight”.
La Alquimia Interior abraza todos los caminos. Estimula un espíritu de grupo que ya no persigue metas y satisfacciones personales. Lo “sientes”, lo “sabes”… pero puedes definirlo. No puede ser forzado. Ocurre porque amas y la inteligencia sensible del corazón, que no es otra que la Mente clara e incisiva, funciona en igual proporción al envolvimiento emocional que ya no es carencia. Emerge de una conciencia de reciprocidad.
El Alineamiento Alquímico (ver entrada del 10 octubre 2015) se practica deliberadamente, con disciplina, en TODA condición de vida. Se logra mediante una aplicación constante. Por supuesto, envuelve riesgo y prueba y error. Si el Alineamiento, como con muchas prácticas espirituales, se limita solo a ciertas condiciones, nunca alcanzaremos el dominio. Para intentarlo se necesita fe en el Yo, en el Amor, en la Verdad… La Alquimia Interior te ocurre a ti, DENTRO tuyo. Tú eres el alquimista y tú eres el camino alquímico.
Este Alineamiento (link) requiere una aceptación profunda de tu humanidad tal cual ERES, que es posiblemente más difícil que cualquier disciplina esotérica formal. Exige todo lo que tienes, todo el tiempo. Cuando te afinas con otra persona, no necesitas ejercer esfuerzo por medio de contacto visual o físico, o eliminar supuestas interferencias de tu alrededor… No lo “haces”. Sabes. La inteligencia del corazón despertada en ese contacto, te guía.
El Grupo, según se está formulando ahora, es muy diferente del grupo terapéutico o ejecutivo basado en máximas teóricas. Se parece más al espíritu auténtico de la Familia y de lazos intangibles. La obediencia está siempre implícita, pero a un nivel totalmente diferente del que se pide de un niño a sus padres o a un sistema social. SI el compromiso con el Ideal es mayor que los intereses personales y físicos… si este compromiso es lo que te vincula a los otros… continuarás a saltar (abismos) y elevarte juntos… y el mundo tendrá que seguirte.
ALQUIMIA INTERIOR: LA SUPRACONCIENCIA
Hace más de treinta años que entreno personas en los estudios de la Alquimia Interior y aún así me cuesta describir sus métodos sin utilizar términos que impliquen “hacer” y adquirir conocimiento. La Alquimia Interior no puede compararse con la instrucción habitual o con cualquier formato terapéutico. El entrenamiento no se trata de información o de desarrollar habilidades, sino de un proceso catalítico de transformación que se inicia dentro del individuo y se extiende en reverberaciones que afectan el universo.
La transformación humana es un proceso difícil. No hay comprensión o aprendizaje tradicional que pueda alterar la estructura egóica cualitativamente, porque la re-estructuración no envuelve una decisión o una activación de la mente lineal; al contrario. La transformación alquímica ocurre por gracia del alma y del espíritu en un envolvimiento más allá de la mente racional. El individuo tiene que distanciarse de sus identificaciones y posicionarse firmemente en una identidad energética que no tiene forma. A menos que la personalidad esté bajo el comando consciente de la voluntad superior, y su conexión con el espíritu sea clara y firme, la operación alquímica será imposible.
Solo un ser humano en alianza con las fuerzas planetarias y cósmicas puede ejecutar una operación alquímica. La piedra-imán transmutadora no es un magneto físico sino que es la persona misma, quien evoca, maneja y dirige energía y fuerza. El propósito es la transmutación y la reconstrucción de mundos a través de los poderes investidos en un ser humano que, como Conciencia encarnada, incorpora substancia prima. Lo que comanda es la voluntad superior de la Conciencia por medio de una inteligencia humana flexible y clara.
Los procesos naturales de percepción y redirección de energía son automáticos, inconscientes, pero en la Alquimia Interior se convierten en herramientas conscientes. La dificultad de las personas yace en soltar su control tenaz sobre la realidad personal para percibir, comprender, y actuar fuera de un patrón común. La mayor parte del trabajo consiste en dejar de hacer lo que hacemos normalmente y desaprender el sistema de clasificación estándar erigido sobre datos “creíbles” y tangibles. Se desarrolla otro tipo de inteligencia que es no-lineal, más afinada con la sensibilidad emocional que la categorización intelectual.
El desaprender es difícil; implica crear espacio en vez de llenarlo. Apartarse de la dependencia en la percepción sensorial y el significado es igualmente arduo. Aprender envuelve espacio y sensibilidades ocultas, el fluir y la experiencia directa transmitida en códigos rítmicos y resonancia profunda subjetiva. Tan enigmática como sus métodos, la alquimia ocurre en un hiato, un espacio vacío de no-saber que se asemeja a la meditación, con la distinción que requiere la habilidad de distinguir frecuencias, cualidades y realidades materiales, de expresiones emocionales y espirituales. No es sencillamente un soltar o flotar en un espacio de tranquilidad; se requiere foco y propósito. Al desaprender y re-aprender, perfeccionamos la habilidad de observar, vivenciar, y saber, atributos humanos que permiten el discernimiento y la discriminación, la dirección y la construcción desde otro posicionamiento.
En el contexto de la enseñanza, “interior” implica la percepción de fenómenos de ultra elevadas frecuencias por medio de sensibilidades o “sentidos” internos. No existe fórmula; su activación depende del grado de la sensibilización individual más allá de intereses personales. La percepción emana del nivel más elevado del Yo desde el cual se decodifica a través del manejo de facultades humanas diferenciadas, inherentes al género. Una persona consciente de sus habilidades humanas y divinas es capaz de administrar substancia y determinar niveles de realidad. Percibe profundamente y su influencia se extiende por vastos espacios.
El entrenamiento en Alquimia Interior involucra el refinamiento del instrumento de percepción, y ese instrumento no es otro que el yo personal. Según como seamos y sean nuestros intereses percibiremos el mundo a nuestro alrededor. Se requiere de una objetividad interior, desde donde la percepción ocurre más allá de procesos subjetivos psicológicos. Aunque el trabajo no es analítico ni terapéutico, envuelve una cierta tolerancia a la inseguridad y a la duda, y una capacidad de auto-crítica que por naturaleza es algo incómodo. Cualquiera que esté dispuesto a traspasar la zona de confort para limpiar las ventanas de percepción califica para la instrucción. Las tipologías mentales o intelectuales confrontan mayores dificultades, así como las tipologías emocionales o sensoriales apegadas a la auto-gratificación.
A través de un estudio a fondo de uno mismo y de los ingredientes que utilizamos espontáneamente – pensamiento, sentimiento y resonancia – aprendemos sobre la naturaleza y sus dinámicas. Entonces nuestra unidad cuerpo-mente cataliza el refinamiento de la materia, y los elementos de tierra, agua, fuego y aire se expresan como atributos naturales de coherencia, emoción, inspiración y comunicación. La colaboración con el reino angélico se vuelve posible. Sencillamente, al volvernos conscientes y plenamente presentes, alteramos la proporción de la conciencia en la materia en favor de la luz y de la expansión: adquirimos el poder de re-condicionar los elementos y redefinir nuestro contexto global. Una vez dominado lo básico de la Alquimia Interior, deliberadamente nos convertimos en agentes de cambio global.
La mente masculina puede afinarse con la Alquimia Interior, pero esto es más fácil para las mujeres que ya viven en realidades no-lineales. Esta es la razón principal del programa de los Misterios Femeninos, un proyecto tan importante en nuestra agenda. En la actualidad se requiere la activación de las polaridades energéticas particulares de la mujer, combinadas con la flexibilización de facultades intelectuales en el hombre. El propósito de la Alquimia Interior es crear un puente entre la percepción humana y divina, y manifestarlo en nuestro mundo concreto por medio de la excelencia de género como “la mujer interior” y “el hombre interior”. El resultado final es la liberación en nuestro mundo de una fuerza transmutadora que facilita el salto evolutivo.
La Alquimia Interior responde hoy al deseo urgente de la humanidad por crear un mundo mejor para nosotros y para las generaciones que vendrán. Del mismo modo que las partículas finas del compuesto de la personalidad vibran como una unidad y responden en unísono a cualquier alteración, el universo físico entero, el sistema solar, y la galaxia también responden a la estructura modificada de un solo ser humano. La Alquimia Interior alinea el individuo con la inteligencia mayor que rige el universo para que así alcance la condición mas alta permitida a la sabiduría encarnada – convertirse en un canal de fuerza terrestre y cósmico.
Lo que condiciona nuestro conglomerado personal es lo mismo que rige el universo: la Conciencia. La Alquimia Interior libera Conciencia y entonces nos muestra como podemos aplicarla en beneficio de la totalidad. Nos convertimos en el Todo. La supra-consciencia ES la piedra angular de la alquimia.
LIBERTAD
(Texto original 2012)
¿Soy libre porque las circunstancias permiten mi libre expresión o porque me siento libre?
Parece que no sabemos cómo disfrutar de nuestras energías sin tener que “hacer” algo con ellas. Lo que hacemos libremente se vuelve más importante que la experiencia de ser libre.
“Libertad” es otra excusa para “hacer” más. Cuando no podemos diferenciar la libertad real de la actuación, la libertad se convierte en exhibicionismo. Nuestro mundo está lleno de tales manifestaciones.
La libertad es un estado espiritual del Ser. Su experiencia conlleva el respeto por la vida. Si nos sabemos libres, nos sentimos compelidos a permitirle a otros sus derechos naturales. Una persona espiritualmente libre responde a la vida sin tenerse que esconder o aislar. Tal persona vive un proceso de continua introspección, apuntando a la pureza de expresión. Si algo es ofensivo, el primer paso en la mente de la persona espiritual es investigar que es lo que está siendo ofendido y clarear cualquier sombra que haya dentro de sí. El dedo apunta hacia sí, en vez de hacia el mundo que lo rodea. La libertad habla a través de nuestro silencio tanto como por nuestras palabras como por nuestras acciones. Inspira e invita.
En mi opinión, la espiritualidad y el vivir van de la mano; se reflejan y se apoyan el uno al otro. La vivencia de la espiritualidad consciente afirma la vida. Existe una gran necesidad hoy de reconocer esencialmente lo que es la libertad. Los budistas lo llaman “acción correcta” y los cristianos lo llaman “servicio”. Transluce justicia, verdad y amor. Ya pasaron los días de los conventos y monasterios como solución de aislamiento indulgente. Hoy nos sentimos obligados a mirar a nuestro alrededor. Nos sentimos obligados a actuar.
Infelizmente, los que toman acción a menudo son los que no han tenido la experiencia de la libertad interior, mientras que los que la conocen permanecen callados. Hay demasiadas personas imponiendo cambios sobre el mundo en vez de cambiar ellos mismos, fortaleciendo la importancia preponderante que se coloca en el mundo exterior. Cada vez que encendemos la radio o leemos un periódico, la lista de atrocidades parece aumentar, obligando a personas sensibles a desconectarse e ignorar lo que ocurre a su alrededor. Sintiéndose seguros de su libertad para vivir la vida de la manera que escogen, se acomodan en una paz ilusoria y condenan el resto del mundo al caos por causa de su falta de acción. Esto tiene que acabar.
Concienciación implica estrechar el abismo que nos separa de los otros y de nosotros mismos, así como las realidades internas y externas. La vida, especialmente ahora, nos ofrece una tremenda oportunidad para aprender cuales son las prioridades reales, para eventualmente llegar al nexo dentro nuestro que determina una satisfacción duradera, no a causa de lo que nos rodea o lo que ocurre, si no porque yo “soy” feliz dentro de mi mismo. Ese foco central es el principio y el fin.
La libertad de expresión y de prensa es algo maravilloso cuando lo comparamos con el autoritarismo que nos precedió. Sin embargo, la libertad ha evolucionado progresivamente hasta significar permiso de decir y hacer casi cualquier cosa. La libertad ha sido comprendida “literalmente” sin conciencia de las sutilezas que surgen de las necesidades humanas. Los derechos naturales del Ser envuelven el desarrollo de la conciencia. Las leyes no pueden determinar la conciencia; la familia y los individuos humanos deberán desarrollarla dentro de ellos mismos. Aquello que llamábamos “conciencia” delineaba los límites éticos de la vida.
Espiritualmente, la “libertad” califica la manera en que percibimos la vida y concebimos ideas, la manera como tocamos y sentimos a todos y a todo. Subrayaba nuestra comprensión del propósito de la vida y nos induce a levantar los velos para descubrir significados más profundos. La libertad también despierta nuestra sensibilidad por el lado invisible del día a día, lo que condenamos, lo que permitimos y lo que queremos ignorar. El concepto “humanidad” define la libertad más amplia.
¿Adónde puedo ir para encontrar la privacidad de pensamiento, palabra o acción que es mi derecho natural? ¿En dónde dice que tengo que sufrir estímulos visuales, auditivos, olfatorios y sensoriales desagradables, sencillamente porque alguien tiene el derecho de expresarse? ¿Es justo que yo tenga que estar sujeta a canciones groseras cuando entro en una tienda? ¿Qué tengo que hacer para preservar la santidad de mi cuerpo? Vivimos en una democracia pero no se nos enseña la discriminación o el discernimiento. ¿Dónde está el sentido de decencia pública? Y…¿quién defiende la Conciencia?
Ciertamente nuestros padres no nos enseñaron, ni se inculca ética en las escuelas o instituciones religiosas en dónde, en su lugar, se imponen más reglas y dogmas. Se da por sentado que aprenderemos el valor de la libertad mientras somos manipulados y moldeados en patrones que no son de nuestra elección.
La civilización entera premia la libertad y la conquista por igual. Los gobiernos y organizaciones cuyo interés es auto-perpetuarse disfrazan la subyugación de preocupación. La matanza continua en nombre de conceptos orientales y occidentales de Dios y del derecho a auto-defenderse. Todos ejercen su derecho para decirnos como vivir.
Existe una esclavitud racial, sexista, mental y emocional en nuestros mismos hogares, matrimonios y en la llamada amistad en el seno del mundo educado occidental. No tenemos que ir muy lejos para encontrar hambre, condiciones insalubres y pobreza. Una mísera contribución de sobras por parte de los miembros más pudientes de la sociedad se supone nos librará de culpas. Plutócratas influyentes emigran a países ansiosos por ayudarles a evitar pagar impuestos. Las instituciones políticas, económicas y gubernamentales del norte, sur, este y oeste están atiborradas de corrupción. No hay fin a la avaricia. Pero está bien, es democrático y la democracia representa la libertad.
Los que organizan demostraciones al final no consiguen nada, no porque no puedan sino porque hay muy, muy pocos a los que les importa lo suficiente como para sacrificar algo propio. Los niños padecen hambre o reciben raciones sub-estándar en nombre de la caridad, mientras nuestros hijos se forman en deportes y se preparan para ir a la universidad. Nuestro aire está infectado (polución) con sustancias tóxicas pero lo peor son los pensamientos tóxicos de ira, lujuria, miedo y envidia que corroen el corazón. Los derechos naturales no son importantes; no aportan dinero, prestigio o poder. “Cuidar de sí mismo” es otra manera de decir “hipocresía” y “egoísmo”.
No sé cuando fue que la palabra libertad adquirió las connotaciones de violencia, indiferencia, egoísmo e insensibilidad. Desde el podio local al nacional, desde la humanidad global a nuestro propio yo… no puedo entender cómo se ha vuelto tan difícil distinguir lo correcto de lo incorrecto, la preocupación genuina del prejuicio velado y los intereses invertidos. En alguna parte pasamos del negro y blanco a gradaciones infinitas de un gris sucio. Vivimos en un mundo repugnante de libido descontrolada y sancionada; enormes mareas de presión que ejercen nuestros semejantes nos obligan a aceptar servidumbre y fealdad como norma de libertad.
¿Dónde está nuestra fe cristiana, nuestros mandamientos hebreos, nuestro código budista, o principios musulmanes de paz? Religiones y sociedades saquean, condenan al ostracismo, tratan con condescendencia, y censuran igual que en la Edad Media. Hasta el presidente de los Estados Unidos defiende el derecho de un racista a producir y distribuir una película que se burla de un reconocido profeta mundial e incita a los instintos más groseros, mientras se le permite a un fanático cristiano colgar propaganda antisemítica que nos recuerda la edad de Hitler, en los trenes públicos. Niñas adolescentes en pantalones ajustados absorben ávidamente frases y bailes sugerentes… todo en nombre de la libertad de expresión.
Si hemos transgredido toda noción de propiedad y santidad es por causa de la ausencia del sentido común. Al abogar por el progreso técnico y el liberalismo, por la democracia y la reforma, hemos eliminado todo sentido de conciencia. Ya no es solo una cuestión de género. Nadie se hace responsable por el estado actual de indecencia en naciones tanto seculares como religiosos.
Basta.
Es hora que las personas educadas, sensibles y espirituales muevan sus piadosos traseros, enciendan la televisión, lean periódicos, salgan al mundo y abracen otros que son diferentes de ellos, ayudando con el ejemplo y mojándose. Es hora de parar de quejarse de la economía y el desempleo. En todas partes del mundo existen dificultades severas, impuestas como consecuencia de nuestra auto-indulgencia del pasado. Como parte de una solución, todo lo que se requiere es que las personas formen agrupaciones para ayudarse mutuamente. Tantos desocupados podrían trabajar voluntariamente en lo que sea, para el bien de todos y también de si mismo, manteniéndose activos. Es hora de evocar la conciencia espiritual que reclama que dibujemos una línea de demarcación entre la libertad y el abuso.
Si no actuamos, deberemos saber que otros que tienen mucha menos conciencia, lo harán. La vida no permite un vacío.
SER VERDADERO EN UN MUNDO IRREAL
El mundo que vemos no es el mundo real. Para reconocer su esplendor, primero tenemos que reconocer el nuestro a nivel individual y más allá de los numerosos filtros que usamos para evaluar nuestras percepciones. Enjuiciamos todo permanentemente y de una manera voluble nos ajustamos sin cesar para caber en una u otra definición de la realidad. Sabemos cuando no estamos siendo verdaderos y secretamente muchos deseamos encontrar una manera que nos conduzca a una vida más genuina.
Añoramos autenticidad.
Todo empieza con el deseo de ser y tener más que lo que el mundo material nos puede ofrecer. La nostalgia crece en proporciones gigantescas, inculcando una insatisfacción que lejos de ser negativa despierta un ansia por expresar y compartir más. Las mujeres tienden a confundir esta añoranza con el amor y la pareja, los hombres con la competencia y el renombre. Comoquiera que se manifieste, escapa a todo aquel que lo busca en el mundo exterior.
Cuando llega el momento en que sentimos ese anhelo, algo en nosotros sabe sin duda que HAY un cofre de oro al final del arco-iris. Como un primer amor, dejaremos todo por él. Nada menos sería suficiente.
El esfuerzo por ser genuinos nos lleva a un rompecabezas. Ser verdadero no implica que abandonemos el deseo de jugar, pero ¿cómo y con quién? ¿Qué hacer y qué no? ¿Cómo Ser en un mundo que aparece más y más artificial e insatisfactorio? Con cuidado al principio, desaprendemos el modo del autómata y aprendemos a caminar en una cuerda floja que es afilada como una navaja y engañosa. ¿Será que perderemos el afecto y la comodidad de todo por lo cual hemos trabajado? ¿Qué va a ocurrir en ese “gran mundo” en donde nada es previsible?
Así, nos volcamos hacia el interior para encontrar una cualidad y un espacio que son integralmente nuestros, sin interferencia del mundo externo. Descubrimos una profundidad más allá de lo visible. Con entusiasmo, empezamos a distinguir entre ese espacio más íntimo y el otro que lo cubre y en donde irrumpen las reacciones físicas y emocionales. Este espacio interior nos cobija y es únicamente nuestro; para alcanzarlo tenemos que navegar por océanos inexplorados más allá del miedo, sin desconectarnos del mundo material.
Vivimos en una sociedad fundamentada en contrarios y donde incluso los rebeldes más ofensivos encajan con las ovejas. Ser verdadero en un mundo irreal no es solamente desafiante, es angustioso y complicado. Implica desaprender las mismísimas actitudes y comportamiento que nos permitieron pasar desapercibidos, estar cómodos y sentirnos seguros dentro de creencias robadas, normas impuestas y expectativas de otros que forjan nuestra identidad.
Ser verdadero requiere que miremos profunda y seriamente la manera cómo nos expresamos en el mundo y la naturaleza de los significados que le atribuimos. Es un arte frustrante, complicado y molesto de reeducar la percepción, cambiar paradigmas y mirar a través de ventanas sensibles que aparecen imprevisiblemente.
Nuestro mundo cambia de manera gradual y atraemos así lo que empezamos a vivir, encontrando el apoyo de individuos que han andado más que nosotros. Nos estrechan una mano para equilibrarnos y conducirnos amorosamente por los recesos habituales de nuestro devaneo, todo el tiempo cuidadosos de no dictar nuestro camino o condicionarnos. En autenticidad, nuestras acciones son siempre y enteramente propias, emanando desde ese espacio interior en donde florece el Ser.
Nadie puede decirnos que es fácil pero si lo sientes… ya sabes que es una expedición embargada de gloria dentro de una Realidad majestuosa más allá de la ilusión de este mundo.
MITOS DEL APRENDIZAJE
El que tenga ojos, que vea. El que tenga oídos, que oiga.
Las grandes universidades del renacimiento que se abrieron para la diseminación de filosofía, arte y ciencia clásicas a un mayor número de personas, exigían del estudiante gran esfuerzo, disciplina, e iniciativa. La responsabilidad recaía enteramente sobre él, su empuje y los medios a su alcance. Antes de eso, la enseñanza se limitaba a entrenamiento técnico y formación selectiva de manera rígida y unilateral y para unos pocos.
En el presente, el concepto de la enseñanza abarca la pedagogía innovadora del siglo XX que respondió a la flexibilidad y desarrollo de la mente, y al papel dominante de la psicología personal. Escuelas como “The Little Red Schoolhouse” y el abordaje de Rudolf Steiner nos inculcaron la importancia de estimular el estudiante inicialmente para que sea él mismo el que quiera ser instruido. Se dio a conocer varios tipos de inteligencia, y la percepción del mundo único e interior adquirió igual importancia que el propósito.
En todos los tiempos, el aprendizaje abarca los aspectos de la vida diaria y su experiencia. Comienza en la casa, la familia, el entorno social, y se extiende a la universidad o escuelas técnicas. Cada tipo tiene requisitos diversos y recalca diferentes disciplinas. Infelizmente, se sigue considerando al aprendizaje en general como si fuera una fuerza que va en una sola dirección: es el maestro el que impone las reglas y el material de estudio. La relación entre el maestro y el pupilo permanece formal.
De todos ellos, la formación espiritual se distingue de la aplicación externa que enfoca la ejecución y la apariencia, de la capacidad interna y profunda de percepción.
La espiritualidad
La espiritualidad no es un oficio para el cual se puede preparar a una persona y depende tanto del maestro como del estudiante. El aprendizaje espiritual no se basa en seguir un manual de reglas e instrucciones, ni requiere esfuerzo intelectual. Implica romper con toda fórmula mecánica y una iniciación voluntaria en un estado de constante receptividad, conciencia, y manejo de energías. El movimiento y la flexibilidad son esenciales, así como el delicado arte de escuchar y transmisión.
La apertura de Conciencia requiere una especie de malabarismo donde se observan las reglas del mundo físico mientras se sigue fielmente a los dictados de la sensibilidad interior. El primero trata la administración de formas, lo que se vive en el cuerpo físico y se maneja todos los días. Lo segundo sigue una ética universal en dónde la realidad de la experiencia profunda interior espeja una perfección absoluta. Para una personalidad normal todo esto acarrea miedo, inseguridad y riesgo constante. En vez de comodidad y conveniencia, el camino espiritual es uno de discriminación, y aunque se puede combinar con una vida urbana, no casa con las prioridades materiales usuales.
No es un hacer. Nace desde el interior del buscador, predominando sobre todo lo demás. Define la manera como funciona su inteligencia y sus sentidos, determinando prioridades que aparecen abstractas para los demás, y evocando una visión amplia y profunda de la existencia. El maestro espiritual solo puede facilitar la experiencia que el estudiante trae dentro de sí mismo y ayudarlo a encajar ese estado de Ser dentro del mundo. La información que imparte tiene como propósito crear espacio y definir afinidades, trazando una ruta milenaria invisible. Es el camino inverso a la preparación habitual del estudiante para el mundo. En vez de acumular información, se extrae la esencia de la realidad y se Sabe.
Atención
La postura del aprendiz en el campo de la espiritualidad es de sustentar la lucidez y propósito de un Ideal y una percepción amplia, a veces difusa, de fenómenos fluctuantes sutiles. Trasciende tiempo y espacio, ingredientes básicos de supervivencia física y manejo material. Todo ello mientras guarda salud física, mental y emocional en un mundo complejo de reacciones.
La visión parte de un cambio de frecuencia vibratoria en todo el cuerpo que desarrolla una atención sin tensión. Ésta activa una inteligencia holistica superior que supera cualquier interpretación personal. Se asemeja al tipo de atención y apertura necesaria para vigilar un amplio campo de posibilidades, sin punto fijo.
Percepción
La percepción es la actividad descodificadora de la inteligencia. A nivel espiritual requiere un ajuste en el lente del observador que traspasa la experiencia de ser el sujeto que percibe el mundo externo y se relaciona con él como agente activo y manipulador, a ser un ente receptivo de experiencia continua, influenciado e influenciando su entorno.
Se puede comparar a un estado de ensoñación o elevación donde se percibe a sí mismo desde una cierta subjetividad objetiva, en igual plano con lo que nos rodea. La realidad es una experiencia que revela un mundo diferente y al mismo tiempo familiar, más luminoso, y de extensión y colorido mayores.
A nivel emocional esta percepción envuelve la extensión de la sensibilidad en una frecuencia que, siendo intensa, es muy sutil.
Actitud
Para ajustar adecuadamente la capacidad de su sensibilidad, el aprendiz deberá conocer el campo vasto de las emociones cotidianas y al mismo tiempo haber adquirido un cierto dominio sobre ellas para que ya no controlen su atención. El sentimiento captado a estos niveles envuelve todo el Ser. La interpretación, el reconocimiento, o la revelación, vienen como consecuencia de una receptividad afectiva impersonal.
La experiencia de la Verdad se capta con todos los sentidos, en todos los niveles, y posibles propósitos, en un estado de trascendencia, sin definirse o acatarse a las prioridades o significados materiales.
El maestro espiritual guía al estudiante de la Verdad hacía la percepción global y el reconocimiento de la perfección, mediante la profundidad y amplitud de sí mismo y su experiencia en el mundo. Nunca lo obliga o le exige nada que no parta de la propia disponibilidad del individuo. La responsabilidad y el permiso explícito o implícito del estudiante es fundamental por la sencilla razón que aprender envuelve el desarrollo y refinamiento de su voluntad. El maestro orienta a través de insinuaciones o directivas sedimentadas en la ética universal, y las conclusiones a las cuales pueda llegar el estudiante nunca son comprobables ni comparables en el sentido material.
El verdadero maestro inspira al estudiante en la experiencia de estar solo frente a su propia Verdad, y entero, tomando sus propias decisiones, asumiendo las consecuencias, y aprendiendo por medio de su compartir y liderar en el mundo. En vez del tradicional pastor plácido que acorrala y alimenta las ovejas necesitadas, en el camino espiritual el maestro es maestro de maestros.
Mitos
Las enseñanzas crean expectativas y el aprendizaje, ambición.
En lugares como Suramérica, hay una tendencia a adoptar una postura de distanciamiento condicionado hacia el maestro. Éste se eleva de cierto modo como título, aunque en la realidad es un empleado más al que se le paga para que modele una imagen o forma. El estudiante solo tiene que obedecer, y a esa actitud se le llama “respeto”. No piensa por sí mismo, meramente repite lo que “debe ser”, respondiendo automáticamente a la confusión que prevalece entre saber y ser. Se le exige al maestro que forje el estudiante por medio de instrucciones e información impartida. La interpretación y la aplicación flexible posterior es un efecto secundario al que no se le presta mucha importancia.
Bajo la superficie estoica del estudiante “respetuoso” se esconde resentimiento y la exigencia de que en algún momento le reconocerá como alguien especial. Su atención se limita a focos de atención muy breves en donde predominan las prioridades materiales – los sentidos y el intelecto. Por debajo de todo ello se intuye una esperanza pueril: la promesa de una formula para ser dueño de la verdad que le gane el respeto y la admiración de sus mayores e iguales. Porque para tal individuo, la Verdad es un premio que gana con el tiempo y el dinero, avalado por un certificado al final.
En algunos otros lugares del mundo la postura tanto del maestro como del estudiante va hacía el extremo opuesto. Poco se obedece, o se respeta, y bajo el sello de individualidad y creatividad se distorsionan las verdades y se erigen expectativas absurdas.
Conclusión
No se puede vender gato por liebre. Habría que entender mejor los conceptos de la educación, la maestría, la disciplina, el tipo y los niveles de la enseñanza, y finalmente reconocer las implicaciones de la aptitud y disposición del individuo. Más importante es el reconocimiento de la dignidad de la naturaleza de la transmisión y la profundidad del compromiso genuino que se requiere para aprender lo que sea.
Para todos, el laboratorio o la escuela del aprendizaje es siempre la vida, la materia-substancia que compone la experiencia diaria y las situaciones comunes. Con esta vivencia consciente y sustentada, el ojo y los sentidos agudos del aprendiz vislumbran un universo de matices, tonalidades, significados y relaciones de todo tipo. Las situaciones más difíciles se convierten en un desafío y adquieren un propósito que abre a la comprensión de múltiples posibilidades y probabilidades.
En este tipo de experiencia, la relación entre el maestro y el estudiante pasa a ser una de integridad, respeto real y gratitud – al primero por la oportunidad de servir y al segundo por el contacto esencial interior que revela infinitos matices de sentimiento y significado mayores.
Lo único que pide el aprendizaje es que salgamos del centro del escenario. Esencialmente, no hay gran diferencia entre el aprendizaje técnico, universitario, o espiritual. Se trata de las prioridades y el discernimiento del individuo
ESTAR SOLO NO ES SOLEDAD
Normalmente, no sabemos estar solos. Buscamos cosas para ocupar nuestro tiempo y espacio y nos lanzamos en proyectos, personas e intensidades, hacemos cualquier cosa para no sentirnos solos. Muchas personas que dicen que les gusta estar solos, usan ese aislamiento como una excusa para hacer y ser lo que quieren, sin distracciones, zambulléndose en alguna actividad para cubrir su propio egoísmo y el miedo de ser insuficiente, prescindible. Esto no es estar solo.
Estar solo es un estado de pura experiencia, libre de fronteras o metas. Nos encontramos en el centro, como observadores sensibles, pero sin auto descripción o reflejo alguno. A su vez, sugiere una postura donde somos una unidad, buenos, perfectos y en cierto sentido irrelevantes. No existe tiempo y espacio en la experiencia del Yo. No hay nada que criticar, de que quejarse, con que competir, o que alcanzar. Se trata de una participación infinitamente sensible en la totalidad de la vida en cualquier momento, tan profunda como puede ser sutil. Estar solo es el portal hacia la plenitud y júbilo genuinos y duraderos.
La soledad revela la necesidad de parámetros externos. Sin ellos, no sabemos quién somos o que hacer con nosotros mismos. La mera idea de estar desconectados de compañía, apoyo y el contexto general de otros, cataliza la desesperación frente a la inexistencia, la falta de importancia o la inutilidad, que establece el marco de referencia para la confusión que equiparamos con la experiencia del amor emocional. La verdad es que el amor no necesita a nadie, ni nada y no llena el vacío del que no se conoce a sí mismo. El amor ES. Es un fin en sí mismo porque es quien y lo que somos cuando vivimos la vida sin descripciones.
Infelizmente, nuestro concepto de la vida está centrado en una participación física activa; un “hacer” que invariablemente requiere la presencia de otros, un contexto y una validación constante. Define todo nuestro mundo. Lejos de acercarnos los unos a los otros, tal actividad, como el cuerpo que lo ejecuta, nos separa de los otros y de la Creación. El hacer, y el significado que elaboramos a su alrededor, impide que sintamos la vida directamente.
La personalidad es la contrapartida invisible del cuerpo, cargada de significados subjetivos. Es limitada y limitante. Es inconcebible pensar que somos otra cosa más que la colección de manías, lo que nos gusta y lo que no nos gusta, que definen nuestras reacciones y a nosotros mismos. Para preservarse a sí misma, la personalidad necesita “hacer” y “mostrarse”. Ejercer poder y construir significado.
En un mundo inconsciente aprendemos a “hacer”, en lugar de sentir o intuir. Aprendemos a identificarnos con las cosas que hacemos, substituyendo la concienciación imparcial por el pensamiento lineal. Es así como lo que hacemos y las personas y condiciones asociadas con ello, se vuelven más importantes que el estado de ser. Entonces, cuando la conexión interna se hace imposible, nos invade un sentimiento de pérdida y nos imaginamos privados de lo que creemos es real. A esta altura, el miedo como ausencia del Ser real, se ha instalado y a seguir lo hace su sombra, la soledad.
Nos convertimos en quienes y aquello con lo que nos identificamos y entonces creemos que esto es el núcleo de nuestro ser, sin reconocer la facultad interior que lo hace posible. La personalidad es resultado de un mecanismo que usamos automáticamente. Sin embargo, en su centro yace el Yo, un estado y no una condición del Ser.
En el estar solo, el movimiento que se percibe internamente es uno de abundancia, no específica y no direccional. Vivimos la totalidad dentro nuestro por simple afinidad y resonancia. Esto nos da confianza genuina como sujeto, conectado a la totalidad. Una vez que adquirimos este foco, somos capaces de manejar la personalidad, ajustar nuestros recursos y re-estructurar nuestro mundo.
“Ser” requiere un postura en estar solo para poder explorar la plenitud y el poder; requiere esa base sólida sustentable que se adquiere únicamente en la experiencia del Yo.
El ser humano no está creado para depender de alguien o de algo, si no para expresar coherencia y autenticidad. No podemos hacerlo si estamos sujetos a descripciones. Todos y todo aparece muy diferente cuando abrazamos la profundidad de la intimidad y plenitud de realización, en estar solo como la experiencia más natural del mundo. Para llegar allí, tenemos que dejar de llenarnos de actividades, lo que incluye planificación y cálculo. Todo en su lugar y en su perspectiva correcta. Cuando se trata de nosotros y la experiencia directa de la Creación, hay que substituir el hacer por la sensibilidad, y transformar el pensamiento en un estado amplio de concienciación.
Estar solo no impide ser quien somos, pero dejamos de participar en la dependencia infinita que creamos cuando nos identificamos con lo que hacemos y con lo que los otros creen que somos. En el umbral del estar solo (todo Uno), vislumbramos el océano en una gota de agua y la totalidad en el Uno. Esta unidad es lo que realmente somos.
La inteligencia que empleamos en la construcción de nuestro mundo es una fuerza que requiere una guía consciente. Es invisible, la dinámica más poderosa de la existencia, sin forma, ilimitada, y vacía de auto-importancia.
El desafío que enfrenta un ser humano evolucionado es adueñarse de ello en pleno conocimiento y responsabilidad, por el poder extraordinario que esto representa. Aprender a dirigirlo, requiere construir un puente en Conciencia, entre nuestra Presencia, como el estar solo, y la personalidad consciente temporal. Esta opción representa alinearnos con la limitación o con la creatividad, con las cosas que construimos o con el poder que construye universos.
LA MENTE NEUTRA
Todo estudiante serio de la Verdad se confronta con un gran desafutilisamos e acuerdo a un ío: adquirir neutralidad que empieza por si mismo. Tendrá que romper con el hábito de valoración y los automatismos del pensamiento y la emoción personalizados. Deberá cambiar radicalmente la forma de comprender y manejar datos, adoptando una percepción causal de la dinámica de vida. Esto requiere de una mente flexible que descodifica la percepción tomando distancia de su identidad personal.
Habitualmente aprendemos, comprendemos y nos relacionamos por medio de una mente lineal que administra eventos aislados y los imprime con un significado particular. Todo lo analizamos de este modo. Salvo en raras instancias, no utilizamos una visión holística, que en nuestro trabajo llamamos de “mente neutra” o “mente crística”.
Para acceder a esta mente hay que trascender el apego a la separación, el precioso ego e identidad especial. La mejor manera de flexibilizar la mente y sensibilizar las emociones es el Alineamiento Alquímico. En nuestra escuela, el trabajo de la Introspección tiene por objeto el estudio de las dualidades implícitas en nuestras creencias y comportamiento para alcanzar una perspectiva global. Sumada a la experiencia del alineamiento, la comprensión de esta mentalidad polarizada lleva al estudiante a percibir con nitidez.
Confundimos la inteligencia con la información que reunimos pensando en fórmulas, rematadas y valorizadas por el colectivo. Esa información es la mera suma de creencias, opiniones y comportamientos humanos obtenida por medio del pensamiento lineal y se refiere únicamente al mundo material y a sus reglas. Muy lejos está de la Inteligencia del Ser. Este tipo de pensar se transfiere, infelizmente, al mundo sensible. No hay emociones o percepciones en nuestra vida que no envuelvan el pensamiento evaluativo y rotulador.
La dinámica está construida sobre las dicotomías estándar, bueno-malo, útil-inútil y cómodo-incómodo que corresponden a la polaridad. Nos guía, protege y premia, pero solo a nivel de lo tangible físico. Aún el pensamiento matemático o filosófico entra dentro de estos parámetros, y la “meditación” cae en el mismo patrón incentivando la “ausencia” de pensamiento. Infelizmente, esta postura desvaloriza la inteligencia, lo que hace que resulte imposible la elevación del pensamiento y por lo tanto el refinamiento de la humanidad. La mente se limita a un nivel de concreción – inerte y categórica .
Parar la mente como nos piden algunas tradiciones es imposible. Más bien diría que es evadirse de la función esencial del ser humano y del propósito de la encarnación. La inteligencia humana está creada para acceder a mundos y niveles de realidad y actuar como puente entre ellos. Estamos destinados a desarrollar una mente flexible, capaz de funcionar en diferentes niveles.
El trabajo de un aspirante es adoptar una postura de neutralidad que comprenda los excesos, abrace los opuestos que gobiernan nuestra óptica, y los trascienda con sensibilidad: una mente holística u holográmica, que se conoce como la mente neutra o mente crística (sin las connotaciones religiosas).
Para comprenderla, primero hay que entender como funciona la mente común.
La mente común y el pensamiento.
Todos los días, la mente cataloga y asocia. Se ve obligada a hacer juicios, aunque sean momentáneos, para orientarnos adecuadamente y obrar en la sociedad. Responde al deseo por comprender, comunicar y pertenecer. Envuelve un consenso. Cualquier actividad, inclusive la percepción de una planta o un árbol, aplica el mismo mecanismo: evaluar o identificar basándose en un lenguaje físico y emotivo común.
El pensamiento revela un aspecto muy restricto de la inteligencia, sin embargo se ha convertido en juez y guardián de nuestra persona y nuestro mundo. Solo sabe medir polaridades y describir lo aparente, inclusive tratándose de emociones. Percibe cada cosa individualmente y luego la encaja en un conjunto. Contempla, maneja, interpreta, deduce y filtra lo que los sentidos y opiniones constatan, reflejando un legado histórico al adaptar y medir elementos apropiadamente.
En Alquimia Interior enseñamos a percibir con flexibilidad en vez de encajar. Para manejar y modular energías hay que usar un Foco Personal de Conciencia claro y concienciado (e.book CEP, “Cuerpos de Energía Personal”). Sin caer en intelectualismo o emocionalidad, aplicamos una observación que reconoce las causas duales. Ve más allá.
Se trata de la inteligencia sensible en vez de cálculo o deducción. Liberar la mente concreta de su cárcel categórica para revelar el poder genuino de la inteligencia cuya naturaleza es la neutralidad. Acercarnos a la transparencia que permite la manifestación del Ser individualizado.
No podemos manifestar el Ser y ver lo que ES sin haber franqueado las fronteras de nuestra identidad temporal. Y, ya que para ser de utilidad en este mundo necesitamos el ego en todo momento, en el proceso la estructura personal se deberá flexibiliza sin perder sus registros de información. Desafortunadamente, la persona automáticamente resiste salir de sus hábitos de dualidad, ya que sus sentidos continúan apegados a una visión polarizada de la realidad. Le cuesta reconocer su naturaleza doble, material y espiritual; su pensamiento continúa a vacilar entre bien-mal, bueno-malo, blanco-negro por un largo tiempo. Usualmente, lo que consigue es incrementar su tensión y frustración, enjuiciándose en lugar de corregirse.
Hay que ir por pasos. Empecemos por comprender la sensibilidad.
La sensibilidad.
La persona normal confunde sensibilidad con emoción y sentimiento porque no tiene otra perspectiva que la de su cuerpo y su realidad material. Por eso el Alineamiento Alquímico, que enseña la experiencia de percepción y movilización energética, es el primer paso.
La sensibilidad es el aspecto sutil del ego que subyace a las creencias. Las sensaciones producidas por creencias, vestidas de matices emocionales, reflejan valores subjetivos. Las emociones otorgan cohesión y cualidad. Dentro del compendio popular, todo adquiere descripción o categoría personal. Así es como por “amor” se entienden todo tipo de apegos, controles, condiciones y transacciones cuasi comerciales.
Librarse del personalismo es tal vez lo más difícil de hacer. Deshacerse de estas referencias significa para muchos arriesgarse a vivir una vida sosa. La conexión con la realidad mayor no ocurrirá hasta dar ese salto al vacío aparente apoyado únicamente en la experiencia directa (la fe) de la Presencia interior.
¿Cómo sería una sensibilidad neutra? Es la experiencia directa de la Inteligencia que incluye sensibilidad supra emocional.
La mente neutra.
La naturaleza del Yo es ver-sentir como un estado de percepción-actuación constante. La Mente Neutra es la Inteligencia real del ser humano conectada con múltiples niveles de sensibilidad y manifestación.
El tiempo es un reflejo de la materia y la polaridad (linealidad) del pensamiento. En la mente neutra, aunque consiste de la comprensión de todos los tiempos, el tiempo no es un factor aislante.
Ejemplo. “Vemos-sentimos” en momentos de gran júbilo, de intensidad energética parecidos a un “despertar”. En ese instante vemos, sentimos y sabemos simultáneamente. Lo llamamos “insight”, un destello de percepción que incluye las facultades concretas de comprender con la mente y sentir con las emociones. Una vez conectados con este estado de ser unificado, percibimos desde la Presencia y la personalidad conjuntamente.
La parte material siempre prima sobre la sutil mientras estamos en un cuerpo, aunque la una no debería excluir la otra totalmente. Esto significa que los apegos, los gustos, las conveniencias y la utilidad tridimensional física seguirán ejerciendo un fuerte atractivo hasta que despertamos plenamente. El proceso del pensamiento neutro conduce a otra manera de ver, sentir, y saber que no envuelve tiempo, o cálculo. Al contrario de la mente concreta, la mente neutra no envuelve tiempo ni conveniencia personal, ya que la percepción y la traducción al mundo concreto ocurre simultáneamente.
Pero esta inteligencia no es algo totalmente nuevo. Si paramos para recordar, encontraríamos momentos en que hemos utilizado la inteligencia de manera relajada, expansiva, en donde la visión que alcanzamos se equipara con una comprensión compasiva.
Observa la mecánica de la mente, tu mente. Toma nota que todo lo que ves está asociado a una conclusión o rótulo. Como ejercicio, observa ahora las cosas – objetos, personas, y lugares – tal como son. O sea, quítale las memorias asociativas. En vez de mirar la mesa del comedor y recordar donde la compraste o quién te la dio, como es linda o fea, la observas por lo que es – su forma, textura y composición – sin las asociaciones ya sean emocionales y psicológicas, o sociales y utilitarias, para llegar así a una apreciación directa. Este ejercicio te enseña como usar tu Foco Personal de Conciencia (FPC) sin la interferencia de las emociones y tus expectativas.
A otro nivel, ahora observa un conflicto entre dos partes, como por ejemplo la guerra interminable entre Israel y Palestina, el conflicto en Siria, o las tensiones raciales y religiosas en tantas partes del mundo. Busca alcanzar una percepción neutra, sin tomar partido. Toma nota si te cuesta llegar a ello, en cuyo caso te darás cuenta de tus propios prejuicios y creencias arraigadas. Por otro lado, si logras alcanzarlo, será desde una posición de inteligencia en donde tu mente está relajada. Ves los elementos componentes, inclusive el raciocinio, culpas y virtudes de ambos lados. Verás también la sucesión de hechos históricos, todos, sin detenerte en ninguno de ellos. Al mismo tiempo ves algo más.
Tienes la experiencia de una causalidad que comprende. Sientes con la mente. La mente adquiere una facultad sensitiva. En esta posición es posible ver LA solución, que no es concreta; es “inteligente” y “sensible”. Verás que no es un idealismo vago y difuso; es algo plenamente posible. Sabes que la paz y la coexistencia están al alcance. Comprendes cuales son los pasos posibles. Ves el pasado y el posible futuro. Esta es la visión de la Mente Neutra, la facultad de la Inteligencia del mediador (el concepto del Cristo) en ti. Sin esta mente no hay percepción de lo real; todo lo que creemos ver no ha sido sino una proyección de deseos.
Pasemos ahora a lo más difícil: verse a sí mismo. Desde el principio encaramos dos dificultades. Como estamos acostumbrados a percibir desde la conveniencia personal centralizada y la comodidad energética, la sensación de intensidad y desubicación nos resultará incómoda. Para verse con neutralidad, hay que tomar distancia de sí mismo y en alineamiento sustentar el foco neutro, cuidando de no caer en lo imaginario o lusorio.
La otra dificultad consiste en percibir detrás de las justificativas personales. Para ello, la voluntad del aspirante emerge, dando permiso o acceso a la mente lineal ahora desprovista de los filtros interpretativos. O sea, te observarás observando.
¿Cómo hacerlo?
Ejercicio de percepción desde la Mente Neutra: pasos concretos.
º Visualiza el Alineamiento Alquímico.
º Traslada tu atención del cuerpo físico y tu realidad habitual a la sensación de elevación y finalmente al foco establecido por la Presencia. Acelera vibracionalmente a la frecuencia de tu Presencia. Ya no estarás sujeto a las referencias del cuerpo aunque accedas a tus sentidos y a la sensación. Sustenta la experiencia energética acelerada mientras orientas tus sentidos de una nueva manera.
º Desde esa frecuencia mas alta MIRATE hacia “abajo”, al cuerpo. Al principio creerás que es imaginario y te costará creer que estás percibiéndolo. Sigue adelante. Enfócate. ¿Qué “crees” ver? Distánciate de tus emociones o expectativas. Te estarás observando neutramente.
º Una vez que hayas captado la experiencia del aspecto físico, pasa a sentirlo emocionalmente. En este momento te sentirás-sintiendo desde la perspectiva de la Presencia, que ahora se ajusta a un nivel dimensional superior.
º Re-oriéntate hacia una percepción global que viene desde tu Ser directamente. ¿Cómo “entiendes” esa persona que percibes (tú misma)? Permítete captar su lugar presente en su evolución. En este momento estarás usando la Inteligencia neutra y tu mente lineal estará a servicio de la inteligencia superior. No responde a tus deseos ni a las imperativas de tu mente lineal. Responde a la “impresión-saber” que experimentas globalmente. Permítete verla y saber. Toma todo el tiempo que necesites.
º En este momento intuitivamente comprendes la dinámica y a las posibilidades reales al alcance del Ser (tu misma). Es una nueva perspectiva que tal vez hayas vivenciado con otros pero nunca contigo mismo. Suelta cualquier trazo de apegos y expectativas personales. Del mismo modo que percibiste las posibilidades de paz para los lugares en conflicto en la descripción anterior. Toma nota de lo que percibes que antes no habías percibido. No te detengas en análisis ni nada que pueda bajar tu nivel vibratorio. Sustenta esa energía y estado de Ser-Inteligencia que inyecta su visión a tu mente lineal. Familiarízate con ella para poder evocarla en cualquier momento.
º Ahora estás en posición de crear una forma-pensamiento protectora y energizante para ti mismo. A seguir, acude a ella regularmente para afianzar el protocolo y aprender el manejo de esa energía en particular. Es la siguiente:
º Visualiza el conjunto de tu alineamiento incluyendo toda la gama de frecuencias altas y más bajas. Proyecta el Tubo de luz y a seguir el Circuito Electrónico. El rayo azul índigo dimensional aparece como una cortina a tu alrededor, una muralla. Pasa a sentirte dentro de esa muralla circular, al mismo tiempo que la proyectas y la sustentas desde la perspectiva superior con tu visualización. Te encontrarás en ambos lugares (ambas perspectivas dimensionales) al mismo tiempo, ejerciendo tanto tu mente neutra como tu mente lineal concreta.
Al principio te podrás sentir confuso, en conflicto, “haciendo” una cosa y después la otra. Con el tiempo, al relajarte, podrás sustentar las posturas visual, sensorial y sutil simultáneamente. Aprenderás como acceder a esa inteligencia sin la tensión que caracteriza la intención lineal. Podrás identificar y descodificar su dinámica de percepción global y descifrarla para uso concreto.
Acostúmbrate a sustentar esa protección y percepción. Repite la experiencia bajo diferentes circunstancias y lugares.
Aprenderás a aplicar la mente crística a todo, y la próxima vez que te encuentres en dificultades, perdida o confusa, irritada o con miedo… acude a ese complejo de visualización-sensación desde la Presencia y escucha-ve lo que realmente está ocurriendo y como percibes las soluciones. Aplica el poder de esa inteligencia para cambiar la distribución y voltaje de tu cuerpo emocional, mental y físico.
No habrán más excusas para no ver-saber. Pero mantén en cuenta: el pensamiento solo, aunque aparezca “neutro” no cambiará nada si no está acompañado por la experiencia directa y el manejo de las energías vitales y emocionales.
Si logras captar esta experiencia energética y psicológica, estarás en posición de aplicarla a situaciones de la vida diaria y a resolver problemas sin las exigencias, esfuerzos, o sufrimientos que usualmente acompañan el intento. Si eres capaz de verte sin tapujos, te abrazarás en el sentido neutro de la palabra. Te “conocerás” con la ternura del maestro que mira un niño reconociendo sus potenciales.
Al comprenderte aprenderás a cultivar tu individualidad y tu autenticidad. Lograrás usar la inteligencia sin juicios. El pensamiento se convertirá en una herramienta más, la más importante, ya que es la manera en como tu Yo maneja, orienta y condiciona la realidad.
Ante un problema, sea tuyo o de otro, sabrás colocar de lado tus reacciones personales (que siempre estarán ahí) y tus creencias fijas (legadas por el entorno), y percibirás las causas para poder manejar las energías y tener claridad. Habrás hecho tu parte, lo único que te pide la senda espiritual en la cual te has adentrado.
Conclusión.
A aplicar ahora las facultades de la Mente como: (1) la mente habitual, polar, parcial, conectada a las emociones y creencias personales y (2) la mente neutra imparcial, conectada a tu Ser.
Para mayor entendimiento y ampliación del tema, se recomienda la lectura de los manuales de estudio, los e.book “Cuerpos de Energía Personal” (CEP) y “Percepción”.
Nota para estudiantes practicantes: Incluyendo el trabajo sobre el ego personal, el ego no-personal, y el manejo de los cuerpos de energía personal (descritos en los e.book mencionados), la Introspección y el Cuadrado han sido pasos en esta dirección. Habría que salir de la perspectiva exclusiva de los ángulos del Cuadrado para percibir la unidad de la personalidad y reconocer su propósito, sus características, y su potencial original.
El manejo de los CEP que estudia la experiencia directa de los campos de energía ya te para esta percepción.